domingo, 26 de abril de 2009

En qué momentos vivimos

      En momentos graves la burguesía sitúa la lucha de clases en un estadio superior. Los periodos de crisis son uno de estos momentos.

      En este contexto específico la burguesía lo quiere todo, lo pide todo, impone todo, sin llegar a ruborizarse, la cobertura es perfecta, la crisis.

       Tanto el gobierno como las clases capitalistas en general, se preparan debidamente para estos casos y llegados saben como utilizar toda su artillería para disparar al unísono.

        Sindicatos, partidos parlamentarios todo lo que en época de “bonanza” constituye la salvaguarda constitucional e institucional del sistema, están perfectamente adiestrados para ejercer con total eficacia el papel que les corresponde, para el que han sido adoctrinados y recompensados.

         No es extraño que la izquierda y la derecha  parlamentaria así como las centrales sindicales mayoritarias, salgan a la calle con el mismo lema ¡ACABAR CON LA CRISIS! que es lo mismo que pedir que todo continúe tal como está.

           Pero sí  resulta extraño que gran parte de la izquierda extraparlamentaria, también coincida con el mismo slogan. Examinemos pues las distintas proclamas que se han utilizado durante estos meses para concienciar  al pueblo de la realidad existente:

     ¡Su crisis que la paguen ellos! ¡La crisis que no la paguen los trabajadores! ¡Frente a la crisis, Movilízate en defensa del empleo! ¡La crisis capitalista que la paguen los ricos!

       ¿Quién es capaz de advertir la diferencia que existe entre estas consignas de la izquierda mas relumbrona y radical y la que sirvió para que el PP convocara la manifestación contra el despido en Málaga? Nadie, porque no se dan tales diferencias propagandísticas, aunque por supuesto,  la intencionalidad debe ser distinta.

      Pero lo que se transmite al pueblo es que acabando con la crisis se terminan sus problemas y salen perdiendo los ricos. Ahí es donde radica el engaño. Una mentira espectacular para unos instantes también espectaculares.

     La crisis no es la causante de los males de los obreros, del pueblo, aunque los agrava. La crisis y esto es lo importante, nos descubre toda la mezquindad del sistema: el carácter reaccionario del capitalismo;  la verdadera naturaleza burguesa de las instituciones, de modo particular el gobierno, el egoísmo insaciable de la patronal, etc.  En la crisis los atropellos clasistas contra los trabajadores no tienen freno. Pero, todo cuanto ahora sucede tiene lugar también, aunque, a veces con menos intensidad durante los tiempos de “bonanza”. Por tanto acabar con la crisis no significa nunca terminar con los problemas de los trabajadores.

      Y es este el momento en que mejor se puede denunciar el sistema, porque si de la crisis deviene impunidad para las fuerzas de derecha y sus adlátere, es también la maravillosa y gran tribuna pública que espera el revolucionario, el  comunista extraparlamentario, para denunciar al sistema y a sus apologistas, a los traidores etc. Y si no ¿Para cuando?

       La crisis además nos exige estar constantemente a flor del combate ofreciéndonos argumentos y excusas inapelables, por decirlo de alguna manera. La crisis concede al comunista y al obrero la mayor fuerza moral para propugnar cambios revolucionarios y les permite desarrollar sus organizaciones con mayor amplitud y celeridad. Este es el momento que vivimos.