domingo, 26 de abril de 2009

LOS NUEVOS CAMBIOS ECONÓMICOS NOS OBLIGAN A ESTAR ALERTA

Han pasado varios meses y todo lo más que escuchamos en relación con la crisis es que no acabará hasta finales del año 2011.

Un partido revolucionario está obligado a seguir muy de cerca continuamente los cambios que se operan en la sociedad capitalista, con el fin de evitar el anquilosamiento.

Sin el conocimiento exacto de la composición de las fuerzas productivas de nuestro país, sin estar al día de las fluctuaciones que se operan en el interior de la clase obrera, estamos condenados al fracaso, a usar viejos análisis superados ya y no menos envejecidas tácticas, una vez que la presente crisis haya tocado a su fin y ante nosotros se yerga una nueva fisonomía de las  actuales estructuras económicas, inevitablemente enlazada a la economía mundial contemporánea.

La nueva semblanza de la economía productiva incide en el movimiento obrero en sus correlaciones de fuerza en el ámbito sindical, por la pérdida de comités de una u otra tendencia; también, ofrecerá incidencias ideológicas porque surgirán nuevas tendencias revisionistas al calor del trasvase de individuos pertenecientes a la pequeña burguesía arruinada a las filas del proletariado, dependiendo del sector económico de donde proceda las nuevas inclusiones, etc. etc.

 

 

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 Nuestro país  se caracteriza por la presencia en la economía de una flota muy importante de pequeñas empresas y aunque el sistema reproduzca constantemente a las pequeñas burguesías, hasta ahora un volumen considerable de ellas brinda la particularidad de estar adosadas directa o indirectamente a las multinacionales, monopolios y a las grandes empresas nacionales. Al entrar en crisis determinados  sectores industriales, cantidades ingentes de  pequeñas empresas desaparecerán sin posibilidad alguna de reconstruirse.

Aún es pronto para vaticinar los cambios que desde que comenzó la crisis están generándose desde las entrañas del sistema, solo tenemos indicios de movimientos susceptibles de variar y muy profundamente. Algunas ramas de producción se debilitarán de manera notable y otras tocarán techo, no ascenderán más, aunque se mantendrán en un buen nivel, mientras que la propia crisis alumbrará otras empresas de los ramos más vigorosos y menos implicados en la depresión que se desarrollarán más rápidamente.

 

 

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Aprovechando que la crisis afecta financieramente en mayor medida a los países desarrollados se observan movimientos de naciones hasta ahora menos incisivas hacia lugares que se van a ver desguarnecidos por sus antiguos “colonizadores”. America Latina tendrá gravísimos problemas para exportar sus productos ante la bajada espectacular del consumo en estos países y también encontrará trabas en la importación hasta que los efectos de la crisis no hayan desaparecidos del todo en los países vendedores.

En este sentido Rusia, China e Irán comienzan, recomienzan e intensifican sus relaciones con América Latina, con miras a responder no solo a sus necesidades económicas, también a posicionamientos políticos.

Las relaciones entre Rusia y los países caribeños avaladas por el comercio energético entre otros, le permite obtener permiso para que su armada realice ejercicios militares cerca del corazón imperialista en respuesta a la instalación por parte de EE.UU. de  un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa.

Por su parte Irán ha iniciado su penetración, aún en proporciones modestas (Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua) con lo que también tiene la intención de “captar” aliados diplomáticos que les reconozcan su “potencial” regional, a la vez que por esta vía pretende romper el aislamiento internacional, producto de la agresiva política yanqui contra su programa nuclear

China que contaba con una presencia económica importante ha multiplicado sus relaciones comerciales hasta alcanzar los 150.000 millones de dólares en 2008 cuando en el año 2000 apenas alcanzaba los 12.000 millones de dólares. Lo importante para China es que junto a África, América Latina le satisface su insaciable apetito de materias primas (petróleo, cobre, hierro, soja...) a la vez que encuentra un mercado a propósito a sus mercancías baratas. Políticamente China pretende adquirir apoyos diplomáticos para el aislamiento internacional de Taiwán, lo que constituye su principal objetivo.

 

 

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También podemos notar que algunos sectores son especialmente afectados por la crisis, como el inmobiliario, hipotecario, construcción, tecnología de la información y turismo, mientras que los sectores sanitarios, energéticos, la agricultura, el comercio y algunos servicios, son los que sufren menor incidencia o ninguna.

Como corolario de las previsiones sobre su duración nadie se atreve a pronosticar cuales son realmente los sectores económicos que permanecerán incólumes y con fuerzas de impulsos y qué otros nuevos pueden aparecer con suficiente ímpetu y confianza. De ahí que la banca retraiga sus inversiones hasta no estar segura de adónde debe hacerlo y a partir de ahí planificar la sociedad postcrisis.

La Banca siendo como es la principal causante y asimismo la más afectada por la crisis, se está fortaleciendo con las subvenciones estatales y con fusiones que le posiciona de nuevo en el eje de la economía mundial.

 

 

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En estos momentos de transición tímidamente iniciada la posición del Partido es estar a la expectativa, seguir de cerca los acontecimientos e investigar sobre las mutaciones que se vayan operando que tendrán su reflejo político e ideológico. Nuevas tendencias apologéticas del capitalismo sobre su pretendida capacidad para renovarse ante la ausencia de la lucha de clases (incidirán mas todavía en que ya no existen clases sociales) vendrán a substituir las antiguas, enterradas por la crisis.

Y tenemos que estar muy atentos a todo lo que suceda, porque tendrán también una enorme repercusión en el movimiento obrero, en el comportamiento de la patronal y de los gobiernos capitalistas. Muchos de los fenómenos sociales arraigados en el pasado quedarán obsoletos.

 

                                    Comisión Ideológica


 

En qué momentos vivimos

      En momentos graves la burguesía sitúa la lucha de clases en un estadio superior. Los periodos de crisis son uno de estos momentos.

      En este contexto específico la burguesía lo quiere todo, lo pide todo, impone todo, sin llegar a ruborizarse, la cobertura es perfecta, la crisis.

       Tanto el gobierno como las clases capitalistas en general, se preparan debidamente para estos casos y llegados saben como utilizar toda su artillería para disparar al unísono.

        Sindicatos, partidos parlamentarios todo lo que en época de “bonanza” constituye la salvaguarda constitucional e institucional del sistema, están perfectamente adiestrados para ejercer con total eficacia el papel que les corresponde, para el que han sido adoctrinados y recompensados.

         No es extraño que la izquierda y la derecha  parlamentaria así como las centrales sindicales mayoritarias, salgan a la calle con el mismo lema ¡ACABAR CON LA CRISIS! que es lo mismo que pedir que todo continúe tal como está.

           Pero sí  resulta extraño que gran parte de la izquierda extraparlamentaria, también coincida con el mismo slogan. Examinemos pues las distintas proclamas que se han utilizado durante estos meses para concienciar  al pueblo de la realidad existente:

     ¡Su crisis que la paguen ellos! ¡La crisis que no la paguen los trabajadores! ¡Frente a la crisis, Movilízate en defensa del empleo! ¡La crisis capitalista que la paguen los ricos!

       ¿Quién es capaz de advertir la diferencia que existe entre estas consignas de la izquierda mas relumbrona y radical y la que sirvió para que el PP convocara la manifestación contra el despido en Málaga? Nadie, porque no se dan tales diferencias propagandísticas, aunque por supuesto,  la intencionalidad debe ser distinta.

      Pero lo que se transmite al pueblo es que acabando con la crisis se terminan sus problemas y salen perdiendo los ricos. Ahí es donde radica el engaño. Una mentira espectacular para unos instantes también espectaculares.

     La crisis no es la causante de los males de los obreros, del pueblo, aunque los agrava. La crisis y esto es lo importante, nos descubre toda la mezquindad del sistema: el carácter reaccionario del capitalismo;  la verdadera naturaleza burguesa de las instituciones, de modo particular el gobierno, el egoísmo insaciable de la patronal, etc.  En la crisis los atropellos clasistas contra los trabajadores no tienen freno. Pero, todo cuanto ahora sucede tiene lugar también, aunque, a veces con menos intensidad durante los tiempos de “bonanza”. Por tanto acabar con la crisis no significa nunca terminar con los problemas de los trabajadores.

      Y es este el momento en que mejor se puede denunciar el sistema, porque si de la crisis deviene impunidad para las fuerzas de derecha y sus adlátere, es también la maravillosa y gran tribuna pública que espera el revolucionario, el  comunista extraparlamentario, para denunciar al sistema y a sus apologistas, a los traidores etc. Y si no ¿Para cuando?

       La crisis además nos exige estar constantemente a flor del combate ofreciéndonos argumentos y excusas inapelables, por decirlo de alguna manera. La crisis concede al comunista y al obrero la mayor fuerza moral para propugnar cambios revolucionarios y les permite desarrollar sus organizaciones con mayor amplitud y celeridad. Este es el momento que vivimos.

 

 

domingo, 5 de abril de 2009

Lenin y los principios organizativos del partido

Hace ya 105 años apareció el libro de Lenin “Un paso adelante, dos pasos atrás”, obra que ha contribuido muchísimo al desarrollo de la doctrina marxista sobre el partido y hasta hoy ocupa su lugar en los escritorios de quienes seriamente se dedican al estudio del pensamiento marxista.

¿Qué incitó a Lenin a escribir esta obra?. Para comprender las razones, antes hay que evocar el II Congreso del Partido Socialdemócrata de Rusia (POSDR), celebrado en julio y agosto de 1903, en el que numerosas organizaciones marxistas revolucionarias de Rusia culminaron su unificación y formaron un partido proletario de nuevo tipo con Programa y Estatutos propios. Además, en el Congreso los socialdemócratas se dividieron en dos corrientes: una conformada por los partidarios de Lenin y llamada “bolchevique” (del ruso “bolchinstvó” que significa mayoría) por haber obtenido el mayor número de votos en las elecciones a los órganos dirigentes del partido, y otra denominada menchevique (del ruso “menchinstvo” que quiere decir minoría), adversaria de la primera y dirigida por Martóv.

Cabe señalar que más tarde los bolcheviques trataron de lograr de nuevo la unidad basándose en el Programa y los Estatutos que aprobó el Congreso, mientras los mencheviques, no queriendo resignarse con la derrota sufrida en el Congreso, profundizaron la escisión,. Como resultado en el partido se presentó una grave crisis que debía ser diagnosticada y dada una salida, tarea que cumplió Lenin en su libro Un paso adelante, dos pasos atrás.

Lenin investigó pormenorizadamente las causas de la división y llegó a la conclusíon de que ésta se debía a un desacuerdo en torno a la naturaleza del partido, desacuerdo sobre cuestión tan principal que se puso de manifiesto con particular relieve cuando se discutía el primer párrafo de los Estatutos sobre el carácter de miembro del partido. Lenin se pronunció por una organización cohesionada y disciplinada que tuviera como objetivo realizar la revolución social y con este planteamiento cortó el camino a los elementos vacilantes y oportunistas que pretendían infiltrarse en el partido.

Mártov con su fórmula en la que no consideraba la militancia en una de las organizaciones del partido como condición obligatoria, reflejó el afán que tenían los mencheviques de “convertir a todos y a cada cual” en afiliados al partido, lo que en resumidas cuentas significaría la creación de una organización amorfa incapaz de encabezar al proletariado en los combates revolucionarios.

Lenin formuló así su primer párrafo: “Es miembro del partido todo el que reconoce sus Programa y Estatutos y apoya al partido tanto con recursos materiales como con militancia en una de las organizaciones del Partido”.

Según la definición de Martov “es miembro del partido todo el que aprueba el Programa del mismo, lo apoya materialmente y le presta regular concurso personal bajo la dirección de una de sus organizaciones”.

Lenin calificó de “oportunismo en las cuestiones orgánicas” la posición de los mencheviques que pedía abrir las puertas del partido a los individuos pequeñoburgueses inestables; negaba el papel que el partido desempeña como destacamento avanzado y organizado de la clase obrera; rechazaba la rigurosa disciplina y tenía una actitud hostil hacia el centralismo. Hablando claramente, los mencheviques se opusieron abiertamente al partido de combate que crearon y consolidaron los bolcheviques y que se diferenciaba radicalmente de los partidos socialdemócratas reformistas de la II Internacional.

Lenin desarrolló la doctrina marxista sobre el partido como guía político del proletariado, y elaboró los principios orgánicos del partido de nuevo tipo, sin el cual la clase obrera es incapaz de llevar a cabo conscientemente la lucha de clases. Los mencheviques subestimaron el papel del proletariado al afirmar, como pretexto, que éste no había sido preparado para ser organizado. Lenin demostró que “la vida entera del proletariado educa a éste para la organización” y que “el proletariado no teme la organización ni la disciplina”.

¿Cuál es el quid de los principios orgánicos leninistas?. Según Lenin, el partido marxista es el destacamento de avanzada y el más organizado de la clase obrera; el partido no debe temer como estructura los principios del centralismo democrático; para poder ser fuerte y cohesionado el partido es inconcebible sin una disciplina rigurosa y única para todos sus afiliados; el partido debe velar constantemente por la democracia en su seno, por impulsar la crítica y autocrítica, por depurar sus filas y estrechar los vínculos con las masas.

El centralismo democrático es el más importante de los principios mencionados y presupone lo siguiente:

Primero, el partido tiene Programa y Estatutos únicos y un órgano dirigente plenipotenciario, el Congreso del partido; entre congresos este papel dirigente lo desempeña el Comité Central;

Segundo, en el partido existe una disciplina única e igualmente obligatoria para todos los militantes. La minoría debe estar subordinada a la mayoría, las organizaciones locales al centro y las instancias inferiores a las superiores;

Tercero, las decisiones aprobadas por los organismos superiores son de obligatorio cumplimiento para los órganos inferiores;

Cuarto, los organismos dirigentes del partido a cualquier nivel se conformaran por elección y son removibles y periódicamente deben rendir cuenta de su labor ante sus respectivas organizaciones del partido y ante los órganos superiores.

Lenin en reiteradas ocasiones señaló que el centralismo democrático no es un objetivo en sí, sino un medio para conseguir determinados fines políticos y que el centralismo no se opone, ni mucho menos, a la democracia en el seno del partido. El centralismo y la democracia son partes inseparables de un todo único.

El leimotiv de la obra es el siguiente pensamiento de Lenin: “ El proletariado no dispone, en su lucha por el poder, de más arma que la organización… El proletariado,…puede hacerse y se hará inevitablemente una fuerza invencible siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la unidad material de la organización, que cohesiona a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no se sostendrán ni el poder decrépito de la autocracia rusa ni el poder caducante del capitalismo internacional”.

La práctica ha corroborado totalmente las deducciones de principio que sacó Lenin y lo justo que fue su apreciación sobre el menchevismo, pues el oportunismo menchevique en cuestiones de organización fue más tarde complementado con el oportunismo menchevique en relación con la táctica; y después del triunfo de la Revolución Socialista de Octubre éstos llegaron hasta la traición al movimiento revolucionario del proletariado ruso.

Los partidos comunistas del mundo basan su actividad en los principios leninistas de organización del partido, que permiten a las organizaciones genuinamente revolucionarias convertirse en arma segura del proletariado que lucha por el poder político. Un partido, utilizando hábilmente las distintas formas de lucha, tanto legales como ilegales (si está en la clandestinidad), forma poco a poco un gran ejército, un ejército capaz de conducir a la clase obrera  y a todos los trabajadores a la victoria, tal como lo ha demostrado la experiencia de los bolcheviques rusos.